Cuando llegamos a casa ya era mediodía, así que
comimos, una hora después porque mi madre se empeñó en hacer su famosísimo
pastel de carne y un postre delicioso. Delicioso. Pero al vivir con ella
durante 15 años, he descubierto que hace cuando está nerviosa o preocupada, y
siempre suele ser cocinar mucho. Y hoy fue la demostración de todo lo que yo
sabía. Y
ya me temía lo peor.
Cuando acabamos esa
magnífica comida, mi madre dijo que a partir de ahora cada día del verano iba a cocinar una comida deliciosa con postre
incluido porque, según decía,
quería saber de lo que era capaz. En ese instante me di cuenta, que sus preocupaciones
traerían unas consecuencias muy graves.
A las 18:00 me fui al
cine con mis amigos, pero decidí no contarles nada de mis suposiciones sobre
las preocupaciones de mis padres.
Y acabada la peli, fuimos a un parque a charlar y pasar el rato. Cuando volví a casa ya casi era la hora de cenar. Todos
cenamos una pizza, pero yo no tenía mucha hambre.
No me quedé con todos en
el salón, preferí subir a mi habitación a leer. Me encanta leer.
Y así acabó ese día,
aquel día en el que empezaron todas las preocupaciones. Ese día no sospechaba
ni de lejos lo que iba a ocurrir desde entonces.
El día siguiente, era sábado, me levanté
a las 9.
Estaba muy emocionada
porque hoy empezaban las fiestas del pueblo. 4 días con actuaciones y
espectáculos increíbles, feria, concursos… Quedé con mis amigos por la
tarde, así que por la mañana me quedé en casa viendo un programa en la tele
sobre animales en peligro de extinción.
Seguía pensando en mis
padres, sobre
qué estaba ocurriendo y qué ocurriría.
Pero pasé de esos
pensamientos. Solo quería ir a la feria con mis amigos y pasármelo bien.
A la hora de comer mis
padres no hablaron nada. Daba mucho corte estar en la sala.
Así que por la tarde me fui a la
feria con mis amigos, y estuve con ellos hasta la noche. Fue muy divertido, y
me lo pasé genial. Comimos algodón dulce, nos paramos en todas las casetas,
ganamos premios, y luego, sin darnos cuenta, ya era de noche.
Cuando ya nos íbamos
todos a casa, mi mejor amiga Cris me dijo que me quedara en su casa a dormir.
Insistió mucho, así que acepté.
Me encanta su familia.
Es muy divertida y alegre. Y su gato Nemo (irónico ¿verdad?, ponerle el nombre
de un pez a un gato) me encanta, es muy cariñoso. Bien, cenamos unos ricos
macarrones y unas hamburguesas de 10.
Después de haber cenado,
Cris y yo subimos a su habitación, me prestó un pijama y nos quedamos dormidas.
Me encanta Cris, es extrovertida
y no tiene miedo a dar su opinión o decir lo que piensa. Es todo lo contrario a
mí, yo soy súper tímida. También soy divertida y amable, pero solo cuando la
gente me conoce bien.
Me desperté por la
mañana. Me desperté porque me daba la luz del sol en los ojos. Me desperté la
primera, así que no les quería despertar. Cogí mi ropa y me cambié.
Después me sonó el
móvil, nadie se despertó, era mi madre, me preguntó que tal había dormido y si
me lo había pasado bien en la feria. Estuvimos hablando un mucho rato.
Hasta que Cris se
despertó a las 10, también por la luz del sol en los ojos. Cuando ella se
vistió, bajamos a desayunar.
Después me vino a buscar
mi madre. Me extrañé. Cuando ya estábamos en el coche, le pregunté cómo era que
me había venido a buscar. Me dijo que era porque quería que no me quedara a
comer allí.
Cuando llegamos a casa
se puso a preparar la comida, y mi padre la ayudó.
En la mesa del comedor vi que estaba el portátil de mi
madre, y como soy muy cotilla, me senté delante de él a ver qué había buscado en Internet y si tenía algo que ver
con sus preocupaciones.
Y vaya si tenía que ver.
Había una página abierta
de Internet sobre casas para alquilar o vender en varios pueblos
cerca de Madrid. ¡¡¡Y ESO ESTÁ A MÁS DE 600 KM DE CASA!!!
También había una
pestaña abierta del correo de mi madre. El más reciente era del jueves, de una
persona cuyo correo era de una empresa. Abrí el mensaje (tengo un caso grave de
cotilleo agudo) y decía:
“Querida señora Jiménez,
nos agrada comunicarle que ya es oficialmente una trabajadora de L&N. No la queremos
presionar, pero comienza en 2 semanas máximo, en la central, en Madrid.
Saludos cordiales”
Madre mía, eso quería
decir que nos íbamos a mudar a Madrid en menos de dos semanas. No me podía
creer que mis padres no me lo hubieran comentado.
¿Cuándo me lo pensaban
decir?
Por si acaso, decidí no
decirles que sabía que nos teníamos que mudar.
No quería mudarme. Me quería quedar aquí. La idea de tener que ir a un
nuevo instituto y tener que hacer nuevos
amigos (con lo tímida que soy) me ponía la piel de
gallina.